A veces, hay
romances
Que están
destinados a ser nada.
Que es mayor
el deseo,
El afán de
reconocer un país carnal.
Descubrir
que bellezas naturales
Esconde una
patria,
Que himno
canta un gemido,
Que alimento
se come de un pecho,
Que flor
nace en una boca,
Que paisaje
muestran unos muslos.
Y sin más.
Expedición
de noche,
Viaje sin
retorno,
Turismo de
paso.
Sin embargo,
hay naciones
Que invitan
al regreso,
Donde uno se
siente habitante
De esa
tierra.
Y así fue
con ella,
Me
acostumbre a ella
A pesar de
que ella, ya tenía conquistador.
Diré, que el
lugar por donde pasé
Era el
infierno
Por
consiguiente, de ser viajero
Me convertí
en diablo.
Impuro era
mi roce
Y mi beso.
Incasto mi
uña
Y mi lengua
Despiadada
mi cercanía
Y mi
compañía.
Mas no
dejaba de ser bello.
A pesar que
aquel romance era prohibido
Y negado
este amorío
Nunca fue
falso el cariño.
Si acaso, al
despertar
Amanecía satisfecho,
No por menos
dolido;
Puesto que
ella,
A pesar de
levantarse
A mi cuerpo
entrelazada,
A pesar que
sus ojos a los míos con devoción miraba,
Y una
sonrisa que indicaba
El agrado de
mi estancia;
Su primer
pensamiento
Era por el
hombre que amaba.
Este romance
conducía a nada
Pero por
ella era mayor mi anhelo
Y ya ella,
no esperaba el momento
Que mis labios
la besaran.
Si bien esta
mujer tenía el alma pura
Desconociendo
que era vivir
Con la aorta
dividida;
Lidiando por
primera vez con el pecado,
Batallando a
recuerdos y a caricias el engaño.
Y yo que era
el diablo,
Que entre
mis fantasías
Tenía su ánima
sometida,
Corrompiendo
la costumbre de su amar
Y de su
vida.
Ya entre
nosotros no había miedo
Ni cobardía.
Ya entre
nosotros no había hastío
Ni pudor.
Éramos dos
deidades
Sin poner
rostro
A lo que
maquillábamos
Que según
decíamos
Era amor.
Nuestro punto
de reunión
Y única
intersección
Era aquel
lecho,
Aquel catre,
Que
transformó en purgatorio,
Donde era el
medio de la absolución
O de la
condena.
Donde
nuestras agonías,
Nuestras
penas
Buscaban un
camino a la salvación.
Gritos,
Dolor,
Goce,
Pasión.
Hambre,
Desgarres,
Olvido,
Muerte.
Era lo que se
liberaba en aquella expiación,
Donde bien y
mal acechaban un camino a la gloria
Y aquella
vía se denominaba amor.
Después de
la penitencia
Llegó la
purificación.
¡Tanto
tiempo en el infierno!,
¡Tanto
tiempo entre el edén y el averno!
Una noche todo
calmó.
Viéndonos
uno al otro las pupilas,
Hablando el
más puro idioma del amor…
El silencio.
Rompió
aquello diciéndome te amo…
Me dijo te
amo.
Este amorío
conllevaba a ningún sitio.
Pero la
amaba…la amaba.
Todo era
amor con ella,
Nos amábamos.
Todo era
amor.
Pero por
mucho afecto que se otorgue,
No se puede
cambiar lo que es.
Yo era el
viajero endiablado,
Y ella tenía
a otro hombre amando.
En ella
intervino la culpa después,
No resistió
la pena
La cual, el
alma envenenaba.
Sin previo
aviso
Tomó
distancia,
Y entre
nosotros quedó lo previsto…nada.
Quizá por
ser diablo
Le podrí el
alma,
Y quiso
encontrar absolución de sus transgresiones
Con el mero
desamparo.
Pero aun con
la distancia, no se perdona
Lo que unas manos
trazaron,
Lo que unos
besos marcaron,
Lo que una
piel sintió,
Lo que unos
oídos escucharon.
Todo por
amor,
Todo por la
palabra amar.
Entre
amantes solo queda la pena
Y la
condena.
Ella dormirá
en el purgatorio
Recordando
siempre mis manos
Mis besos
Mi pecho
Mi palabra.
Y por mi
parte, al recostarme
Sencillamente
volteo al techo…
Solamente
veo el techo.
Ella quedó
con su conquistador,
Su amado.
Y yo me
quedé como el amante
Que terminó
amando.
Como el
diablo,
Por ella
endemoniado.
J.G.A
Miércoles
02/01/2019
11:02P.M.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario