Esa mujer iba ser mi condena


Esa mujer iba a ser mi condena
Y yo lo tenía en claro.
Tenía ya el presagio que ante ella
El alma estaba sentenciada.

En sus ojos tenía el augurio
Que la calma estaba sometida
Y es que el amor es el desequilibrio
De un ser acostumbrado a la paz constante.

Y lo sabía.

Intuí que con ella libraría la guerra
De amores en mí reprimida
Que a pesar de la clausura del pecho
Era más cierto el cariño que le tenía
Después de todo, la entrega estaba destinada.

Y este decreto se resumió
En una declaración armoniosa
Cuya hoja a escribirse fue en un lecho
Se compartieron sellos
Hubo repaso de clausulas
Desde el encabezado
Hasta el pie de página
Donde la palabra “amar”
Fue la firma permanente.

Esa mujer iba ser mi condena
Predicho desde la primera mirada
Cumplido en el primer beso.
Fue entonces que el tiempo se convirtió juez
Conllevando este caso
Así mis días estaban dedicados a su existencia
Y mi existencia designada a sus días.
Entonces si vivía era por ella
Y por ella era mi vivir.

Sin embargo, el tiempo es intermediario
Como puede ser juez, también es verdugo
Y yo que estaba condenado
Me tocó ser enjuiciado.

Fui encontrado culpable
Por simplemente querer
Desear una vida
Anhelar una eternidad
Con aquella mujer.

El tiempo dio dictamen
A darme muerte al paredón
Y me acribillaron con balas
De recuerdo y ausencia.

Yo sabía mi paradero
Pero no así.
Tenía noción que esa mujer iba ser mi condena
Pero nadie me informó que mi sentencia
Iba ser el desamparo
La muerte.

J.G.A
Sábado
22/12/2018
08:38P.M.






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