Concibieron dos amantes el don de
vivir.
Claustradas sus vidas en un hogar
melódico,
Clavadas sus personas en un suelo de
cristal,
Clamándose amor por más de dos
siglos.
Cuando se disponía abrir la puerta
armónica,
Quietos se admiraban ambos amantes,
Quienes estáticos esperaban el giro
de su perilla,
Que con ello empezaban su ritual
romántico,
Queriéndose, flotando sobre un lago.
Concibieron dos amantes el don de
vivir.
Comenzaban a danzar el vals de los
enamorados,
Con los pasos de ayer y de siempre,
Crispado estaba ya aquel estanque,
Con las pisadas contiguas de hace 40
lustros,
Con las mismas huellas remarcaban
aquel piso oval,
Crineando enteramente la figura del
espejo.
Cansados de la monotonía del uno y
del otro,
Quisieron tras largo tiempo separarse,
Concluyendo entonces 200 años de
unión,
Queriendo conocer nuevos amores,
Quedando entonces ella con un soldado
de alfil,
Quedando entonces el con una muñeca
de alelí.
Quedaron tranquilos asumiendo
Que ese sueño sería eterno,
Que su pretensión a otros cuerpos
Conduciría a un amor dicho y pleno;
Con el tiempo, dieron cuenta que no
era cierto.
Conviviendo con sus respectivos
amores,
Quedaron insatisfechos ambas partes;
Quien fuera el apuesto soldado, terminó siendo
Cabal, frío, estricto;
Quien fuera la sensual muñeca resultó
ser falsa y frágil.
Con la nostalgia que brinda los
recuerdos,
Compañía es lo que buscaban ellos;
Casados estaban desde el primer
momento,
Cuyos corazones aliados estaban desde
hace tiempo.
Quisieron revelarse ante su destino,
Cuando en realidad nunca tuvieron que
disociarse.
Quedaba una solución ante esta
desdicha,
Aquello era reencontrarse.
Corrieron los amantes hacia su lugar
risueño;
Clinquineaban sus almas cada vez más
lento,
Casi con movimientos truncos uno al
otro se aproximaban;
Querían recuperar todo el tiempo
perdido,
Con la intención de un vals más
bailar juntos;
Con el ritmo de sus brazos
entrelazados,
Compactos sus pechos y sus labios;
Querían nuevamente ese romance suyo,
de siempre;
Cruzando miradas, sonrientes, de
frente.
¡Corrían!, ¡corrían!
Quebraban de a poco sus extremidades;
Caían de rodillas, se levantaban y
seguían.
¡Corrían!, ¡corrían!
Carcomidas lentas sus partes;
Cuarteadas sus figuras, pero seguían.
¡Corrían!, ¡corrían!
Corroídas sus pieles;
Curtidos sus cuerpos pero seguían
Y ¡corrían!, ¡corrían!
¡Cuánto era el afán de saberse!,
¡Cuánto era la esperanza de
empalmarse!
Cada vez era más cercano ese sueño,
Cada vez más próximo ese anhelo.
Clinquineaban sus almas cada vez más
lento.
Cuando llegaron a su preciado lago,
Costábales de pie ponerse;
Con el último esfuerzo guardado,
Quedaron erguidos los amantes.
Y al quererse dar el eterno abrazo la
música se detuvo,
Quedándose los amantes del amor a un
breve espacio,
Con los brazos abiertos esperando el
vals entrañable;
Con ello, la puerta tenuemente fue cerrando,
Clamando en silencio retomar su
cariño añejo,
Concluyendo así la historia de los
amantes del lago espejo.
J.G.A
Jueves
28/03/2019
11:38P.M.
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