La desdicha de la rosa

Brotó una rosa en medio de un parque
Curiosa era aquella flor que nació
Solitaria sin más flora a su alrededor
Siendo que su único acercamiento
Era de la humanidad su aprecio
Empero, la gente pasaba por ella
Con tal indiferencia y repudio,
Y pensar que era toda hermosura
Aquella, de colosal tamaño
Que tomándola cabía en mano
Cuyos pétalos ensangrentaban
Y de su tallo pequeños pinchos
De su figura asomaban.

Ninguna vileza ella tenía
Sino al contrario más valor poseía
Entonces, ¿a qué se debía el rechazo?
Sucede que la gente sentía
De la humilde rosa recelo
Algunos hablaban sobre su tamaño
Diciendo que su forma no era usual
Tratándola entonces como ser anormal
Otros criticaban su color
Que al ser tan rojo la señalaban
Como fraudulenta y falsa
Y quienes osaban en tomarla
Apenas sintiendo sus espinas
La abandonaban en su lugar
Alegando que su fin era lastimar.

Para entonces llegó invierno
Y aquella rosa se moría
No solo de frío, sino de soledad
Tan triste ella estaba, tan mustia
Que de pronto comenzó a llorar
Sus pétalos denotaban finas gotas
Que se creía era rocío
Pero en realidad eran lágrimas
Ápices luctuosas sufriendo desamparo
Y siendo invierno las podagras
Fueron convirtiéndose en hielo
Transformando aquella rosa
En gélida flor y por álgido
Como pétreo capullo ella quedó
Y sin perder el tinte su fin aguardó.

Ésta era la desdicha de la rosa
Que a pesar de su hermosura
No encontraba quien la eligiera
Y al no ser selecta se pensó ella
Un ente espeluznante y terrible
Cohibiendo así su colosal  belleza.
Creyó ella que para el amor
No estaba destinada y esperó
Que el helado abandono la consumiera.

Pero a punto de consolidar su muerte
Apareció un noble joven
Que se percató de aquella
Y al darse cuenta de su lindeza
La tomó en sus manos y aun con las cisuras
Otorgadas por sus cortos espinazos
La llevó a su hogar, una sutil cabaña
Donde le dio abrigo y seguridad.

A medida que se acomodó en la instancia
El hielo se fue disolviendo
Volviendo a tener su magistral forma
Y reluciéndose más que nunca
Pues encontró lo que más anhelaba
Admiración y alguien quien la amara.

El mundo es tan ciego y cobarde
Que al ver a un ser admirable
Prefiere el celo y la sentencia
Que valorar lo que tiene al alcance.
Es cuestión del ser no perder su estima
 Pues cada quien posee su atractivo
Y es en este caso, una rosa.



J.G.A
Viernes
06/12/2019

02:11P.M.

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