La costumbre

La costumbre

Uno no ama a la persona
Por simplemente ser
Se adora entonces la costumbre
Por lo que el otro se reconoce ser.

Uno se despierta con distintas albas
Desayuna en el mismo comedor de siempre
Bebiendo el café cotidiano.

Por la tardes visita la continua plaza
Camina el perpetuo parque
Escucha las canciones constantes
Y para cuando llegue la noche
Duerme en el mismo catre 
Repitiendo la rutina al alba siguiente.

Y así transitan las frecuentes jornadas
En que uno acostumbra ser el mismo con su sombra
Que así va la vida soberano
Y el tiempo culmina siendo un hilo
De punta a punta cortado.

Pero de pronto el otro surge
Dándole un cambio a la costumbre
Y es entonces despertar en una nueva alba
Con un beso la lozana mañana.
Desayunar en ese mismo comedor
Pero con otra cara
Bebiendo el café rutinario
Pero degustándolo con un sabor diferente.

De repente las tardes se vuelven habitadas
Se recorren las plazas con distinto sentimiento
Que de ser uno con la multitud
Se convierte en dos frente al mundo
Que de pasear  por las alamedas indiferente
Es ahora ver dos almas caminando sonrientes
Y aquella canción preferida de uno
Se vuelve el himno de dos corazones.

Para cuando llega la noche
De ser uno dormitando en el lecho
Se vuelven dos compartiendo un pecho
Que de solo sentir el roce de las sábanas
Se reconoce la fricción de otro cuerpo
Y es ahí donde uno se da cuenta
que ya no está solo
cuando una mano recorre la piel desnuda
cuando unos labios repasan las extremidades
que por un lapso de amor estuvieron vacías
y que al final, uno descansa
teniendo como última imagen
del otro su mirada.

De este modo se crea otra costumbre
El hábito de dos
Donde ya no importa solo el cuerpo
Basta la presencia y el significado
Que le otorga el otro a uno.

Hasta que llega la ausencia
Y de pronto uno amanece
Y el otro no se encuentra
Que uno busca en su cama desesperado
Pretendiendo que no sea cierto
Mas se halla con la nada.

De pronto es no querer ir a ese comedor
Y a duras penas beber un café
Dando el sorbo más amargo
Que se haya degustado.

De pronto es evitar aquella plazuela
Rodear aquella arboleda
Y sin más, ya no caminar.
¿Con qué brazo?
¿Con qué sonrisa?

Y a cierta hora ni pensar
El regreso al hogar
Cuando la madrugada abruma
Y la mente piensa descansar.
Es el momento más lúgubre
Porque uno vuelve a ser el mismo con las sábanas
Y tal es la costumbre que deja uno
Ese espacio de la cama
De aquello ausente
Lo perdido
Lo jamás hallado
Y entonces uno vuelve a recordar
Lo que significaba ese cuerpo
Ese labio
Esa mano.

Y entonces uno se da cuenta
Que amar es cierto símbolo.
Una mirada
Una risa
Una palabra.

Que entonces amar es entrañar
Y son pocos los que se adentran en el alma
Donde únicamente ocurre
En el trato constante con el otro
En la costumbre de mirarle
Besarle
Sentirle
Gozarle.

Y al final uno duerme
Murmurando un himno
Que ponía dos vidas en sintonía
Deseando no despertar a la siguiente alba
Pues es vivir nuevamente
La costumbre.

J.G.A
Martes
17/03/2020

03:32P.M.

1 comentario:

  1. Me encanta el giro que le das a los sueños, a la vida para convertirlos en lo opuesto. Sencillamente, mostrar lo que es "la vida" porque estamos tan ensimismados en la rutina que los sueños se apagan y lo que hoy es un anhelo cuando comienzas a realizarlo ya no le ves el encanto. Fantástico el giro de desilusión que manejas.

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